PABLO FINKEMBINDER:
UN MENSAJE A LA CONCIENCIA
HEMANO PABLO EN EL
SALVADOR: Pablo Finkenbinder: 1944-1965.
Llega el hermano Pablo Finkenbinder, “Hermano Pablo”, quien se
dedica a enseñar y es pionero de la predicación del Evangelio pentecostal por medio de la radio, Televisión y
Prensa. Su labor en el país es de 25
años. En 1955, el Hno. Pablo, tenía doce años de estar trabajando como
misionero en El Salvador. Movido por la mano de Dios, decide usar la radio como
medio de evangelización, a pesar de lo caro y falta de experiencia. Se comunica
a YSU y contrata para tener quince minutos en la radio.
Durante la primera época de transmisiones, su programa sale
al aire con el nombre de La Voz Evangélica de las Asambleas de Dios. Poco a
poco el programa se fue extendiendo primero a Honduras y después al resto de
Centro América, llegando a veinte emisoras. Sin embargo, algo faltaba,
la mayoría que escuchaba el
programa eran evangélicos. Seguidamente el programa se llamó la Iglesia
del Aire, la que llegó a alcanzar más audiencia evangélica.
Dardo Bruchez, de nacionalidad argentina, colaborador del
ministerio del Hermano Pablo, narra el
nacimiento de Un Mensaje a la Conciencia: “Corría el año de 1962, y el programa
de quince minutos llevaba siete años de vida. “La Iglesia en el Aire” era una
realidad. Una mañana, cuando el Hno. Pablo llegó a la emisora para entregar las
cintas grabadas de la siguiente semana, el gerente dijo que quería hablar con
él unos minutos”.
Hemos hecho una encuesta, le dijo y hemos comprobado que
cuando usted está en el airea las 6:45 A.M. de la mañana, nosotros perdemos una
cantidad de audiencia. Creo que el problema está en que a esa hora tan temprana
nadie está dispuesto a escuchar un largo monólogo sobre Dios ¡Oh sacrilegio¡. Usted
debería ocupar un espacio a eso de las cuatro de la tarde, cuando
las mujeres están en sus casas y
pueden sentarse tranquilamente a escuchar hablar de Dios”. El Hno. Pablo lo
contemplo un largo rato. Eso era como un balde de agua fría que apagaba su
euforia. Por supuesto, no compartía la opinión del gerente. Pero, de todos modos, pensó,
esta gente algo debe saber de radio, cuando están en el
negocio, quizás si se cambiara de horario, la audiencia mejoraría.
¿Tiene usted alguna otra sugerencia que hacerme?”. “Sí,
tengo otra, pero quién sabe si le va gustar. ¿Por qué no hace un microprograma
de tres o cuatro minutos, en vez de uno tan largo?”. Un programa de cuatro
minutos? el Hermano Pablo quedó
estupefacto. ¡Tengo tanto que decir, que quince minutos apenas alcanzan!”
Hagamos una prueba don Pablo, dijo el gerente.
Elija usted al azahar uno, cualquiera de sus discursos de
quince minutos; tráigamelo y yo lo voy a reducir a tres minutos y verá usted
que nada esencial habré de dejar afuera”.
¿De veras? ¡De veras.¡ Tan cierto como que estoy hablando
con usted. Bueno, deme entonces un par de semanas para pensarlo.
Y el Hno. Pablo lo pensó durante dos semanas. Consultó con
sus amigos, familias y colegas. Todos opinaban que no. Todavía quince minutos eran
pocos. Había que tener programas de media hora; la palabra de Dios necesita
mucho tiempo.
Si los cristianos dicen que el programa es demasiado corto,
entonces es demasiado largo para la
gente quiero alcanzar”, concluyó el
Hno. Pablo. Y tomó la decisión.
Reduciría el programa a cuatro
minutos y lo dirigiría exclusivamente a los inconversos. Se dirigió a la emisora
y habló con el gerente. Acepto su
proposición con tres condiciones: Primero, que por el mismo precio le dieran
tres momentos en el día para pasar un programa de cuatro minutos; segundo, que
lo asistieran en la confección del nuevo
formato. Tercero, que le ayudaran a encontrar un nuevo y llamativo
nombre para el programa. Casi instantemente el director de programación dijo:
“Llámelo: Un Mensaje a la Conciencia”.
Era un nombre hermoso, magnifico, que caía de perlas. Un
nombre que delineaba y definía un sentido, un nombre sonoro, eufórico,
llamativo y radio fónico. Un hombre que debió haberlo provisto Dios, sin duda
alguna.
¡Fabuloso! Gritó el hermano Pablo, así lo llamaré. El que
acababa de bautizar el programa
es Raúl Monzón, Direc tor de programas de YSU, Radio 1050 de
San Salvador, El Salvador,
América Central. El mismo seleccionó de la discoteca el tema
musical y grabó la introducción y la salida del programa. Desde entonces, y por
más de 26 años ya, su voz es la que dice: “Un mensaje a la conciencia! Un
momento de reflexión en la vida diaria! Escúchelo en la voz del hermano Pablo”.
Raúl Monzón es uno de los locutores latinoamericanos cuya voz se encuentra
entre las más escuchadas del continente. Cada vez que sale al aire el programa del
Hno. Pablo, puede decirse que veinte mil veces al mes, su voz es escuchada en
todos los ámbitos de América.
El programa es ahora como debía ser: sencillo, energético, llamativo,
interesante a todos los públicos. Un verdadero mensaje a la conciencia que
empezaba a despertar la conciencia de millones.
En 1964, el Hno. Pablo se trasladó a Costa Mesa, California y
formó su
organización radial latinoamericana. Desde allí se
envían los programas grabados
en cinta a muchas emisoras.
Prácticamente el Hno. Pablo, como se le conoce, es escuchado
en casi todos los países
de habla hispana, incluso España.
Además de
trasmitirse en radio, Y tv
, Un Mensaje
a la Conciencia se imprime en los periódicos de América Latina, España,
Estados Unidos.
Pablo Edwin Finkenbinder,
nació el 24 de septiembre de 1921,
en Santurce, Puerto Rico, hijo de misioneros. Aceptó a Jesucristo a la edad de once
años en la ciudad de Aibonito, Puerto Rico, en la iglesia que su padre
pastoreaba.
En 1938, de 17 años, ingresó en el Instituto Bíblico “Sion”
de Nueva York.
Después de contraer matrimonio con
Linda Scwartzentruber, llegan a
El Salvador en 1938
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