martes, 18 de junio de 2013

BRUSHES, Argentino escribe biografía de HERMANO PABLO

Oì del HERMANO PABLO en 1967 cuando estudiaba mi primera año en la ESCUELA NACIONAL DE COMERCIO DE San Salvador.Yo no era evangélico todavía.  El enviò el libro LA CRUZ Y EL PUÑAL, el cual me devorè en la lectura. Me sorprendiò los milagros y la presencia de Dios en las gentes que yo desconocìa, entonces. Al convertirme al protestantismo en la iglesia de JUAN BUENO en barrio San Miguelito, San Salvador lo conocì en 1971 cuando hacìa campaña evangelìstica en la FERIA INTERNACIONAL.  En 2001 le atendìa cuando graduábamos 150 alumnos de la ESCUELA DE LÍDERES en el TEMPLO CRISTINO de san Salvador. Tuve en mis manos el libro de Brushes que escribe de la biografìa de hermanos Pablo. De ahi aparecio en LUZ Y VIDA, revista de Las Asambleas de Dios de El Salvador el siguiente artìculo:

PABLO FINKEMBINDER: UN MENSAJE A LA CONCIENCIA
HEMANO PABLO EN EL SALVADOR: Pablo Finkenbinder: 1944-1965.
Llega el hermano Pablo Finkenbinder, “Hermano Pablo”,  quien se dedica a enseñar y es pionero de la predicación del Evangelio pentecostal  por medio de la radio, Televisión y Prensa.  Su labor en el país es de 25 años. En 1955, el Hno. Pablo, tenía doce años de estar trabajando como misionero en El Salvador. Movido por la mano de Dios, decide usar la radio como medio de evangelización, a pesar de lo caro y falta de experiencia. Se comunica a YSU y contrata para tener quince minutos en la radio.
Durante la primera época de transmisiones, su programa sale al aire con el nombre de La Voz Evangélica de las Asambleas de Dios. Poco a poco el programa se fue extendiendo primero a Honduras y después al resto de Centro América, llegando a veinte emisoras. Sin embargo, algo  faltaba,  la mayoría que escuchaba el  programa eran evangélicos. Seguidamente el programa se llamó la Iglesia del Aire, la que llegó a alcanzar más audiencia evangélica.
Dardo Bruchez, de nacionalidad argentina, colaborador del ministerio del Hermano  Pablo, narra el nacimiento de Un Mensaje a la Conciencia: “Corría el año de 1962, y el programa de quince minutos llevaba siete años de vida. “La Iglesia en el Aire” era una realidad. Una mañana, cuando el Hno. Pablo llegó a la emisora para entregar las cintas grabadas de la siguiente semana, el gerente dijo que quería hablar con él unos minutos”.
Hemos hecho una encuesta, le dijo y hemos comprobado que cuando usted está en el airea las 6:45 A.M. de la mañana, nosotros perdemos una cantidad de audiencia. Creo que el problema está en que a esa hora tan temprana nadie está dispuesto a escuchar un largo monólogo sobre Dios ¡Oh sacrilegio¡. Usted debería ocupar un espacio a eso de las cuatro de la tarde,  cuando  las mujeres están  en sus casas y pueden sentarse tranquilamente a escuchar hablar de Dios”. El Hno. Pablo lo contemplo un largo rato. Eso era como un balde de agua fría que apagaba su euforia. Por supuesto, no compartía la opinión del gerente. Pero, de todos  modos, pensó,  esta gente algo  debe  saber de radio, cuando están  en  el negocio, quizás si se cambiara de horario, la audiencia mejoraría.
¿Tiene usted alguna otra sugerencia que hacerme?”. “Sí, tengo otra, pero quién sabe si le va gustar. ¿Por qué no hace un microprograma de tres o cuatro minutos, en vez de uno tan largo?”. Un programa de cuatro minutos?  el Hermano Pablo quedó estupefacto. ¡Tengo tanto que decir, que quince minutos apenas alcanzan!” Hagamos una prueba don Pablo, dijo el gerente.
Elija usted al azahar uno, cualquiera de sus discursos de quince minutos; tráigamelo y yo lo voy a reducir a tres minutos y verá usted que nada esencial habré de dejar afuera”.
¿De veras? ¡De veras.¡ Tan cierto como que estoy hablando con usted. Bueno, deme entonces un par de semanas para pensarlo.
Y el Hno. Pablo lo pensó durante dos semanas. Consultó con sus amigos, familias y colegas. Todos opinaban que no. Todavía quince minutos eran pocos. Había que tener programas de media hora; la palabra de Dios necesita mucho tiempo.

Si los cristianos dicen que el programa es demasiado corto, entonces es demasiado largo para  la gente  quiero alcanzar”,  concluyó el  Hno.  Pablo. Y tomó  la decisión.  Reduciría  el programa a cuatro minutos y lo dirigiría exclusivamente a los inconversos. Se dirigió a la emisora y habló con el gerente.  Acepto su proposición con tres condiciones: Primero, que por el mismo precio le dieran tres momentos en el día para pasar un programa de cuatro minutos; segundo, que lo asistieran en la confección  del nuevo formato. Tercero,  que  le ayudaran a encontrar un nuevo y llamativo nombre para el programa. Casi instantemente el director de programación dijo: “Llámelo: Un Mensaje a la Conciencia”.

Era un nombre hermoso, magnifico, que caía de perlas. Un nombre que delineaba y definía un sentido, un nombre sonoro, eufórico, llamativo y radio fónico. Un hombre que debió haberlo provisto Dios, sin duda alguna.
¡Fabuloso! Gritó el hermano Pablo, así lo llamaré. El que acababa de bautizar el programa
es Raúl Monzón, Direc tor de programas de YSU, Radio 1050 de San Salvador, El Salvador,
América Central. El mismo seleccionó de la discoteca el tema musical y grabó la introducción y la salida del programa. Desde entonces, y por más de 26 años ya, su voz es la que dice: “Un mensaje a la conciencia! Un momento de reflexión en la vida diaria! Escúchelo en la voz del hermano Pablo”. Raúl Monzón es uno de los locutores latinoamericanos cuya voz se encuentra entre las más escuchadas del continente. Cada vez que sale al aire el programa del Hno. Pablo, puede decirse que veinte mil veces al mes, su voz es escuchada en todos los ámbitos de América.
El programa es ahora como debía ser: sencillo, energético, llamativo, interesante a todos los públicos. Un verdadero mensaje a la conciencia que empezaba a despertar la conciencia de millones.

En 1964, el Hno. Pablo se trasladó a Costa Mesa, California y formó  su  organización  radial latinoamericana.  Desde allí se  envían los  programas grabados en  cinta a muchas emisoras. Prácticamente el Hno. Pablo, como se le conoce, es  escuchado  en  casi todos los  países  de  habla hispana, incluso España.

Además de  trasmitirse  en radio, Y  tv  ,  Un  Mensaje  a la Conciencia se imprime en los periódicos de América Latina, España, Estados Unidos.
Pablo Edwin Finkenbinder,  nació el  24 de septiembre de 1921, en Santurce, Puerto Rico, hijo de misioneros. Aceptó a Jesucristo a la edad de once años en la ciudad de Aibonito, Puerto Rico, en la iglesia que su padre pastoreaba.
En 1938, de 17 años, ingresó en el Instituto Bíblico “Sion” de Nueva York.
Después  de contraer matrimonio  con  Linda Scwartzentruber,  llegan a El  Salvador  en 1938








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